16 de agosto de 2010

Hemeroteca: 18 de Abril de 2010

Los Curas Rojos (1era parte): En esta iglesia se puede fumar

18/04/2010

Teniendo en cuenta que la idea generalizada, y seguramente ganada a pulso, sobre la Iglesia durante el franquismo es que fue su gran valedora y su principal soporte, puede extrañar saber que en púlpitos de nuestra provincia se pronunciaron frases como “dado que la noche parece que va a ser larga, pueden ustedes fumar” dirigida por el párroco a un grupo de campesinos que se habían reunido allí en Asamblea para fundar un sindicato. O que en otro púlpito, en mitad de la misa, un cura habló de aquella frase de ‘años de paz’ que había acuñado el franquismo con estas palabras: “Es un asco hablar de paz en España, ya que no hay justicia, y, por ello, es una blasfemia”. O que un cura fundó un Colegio Familiar Rural para formar líderes agrarios que mantuvieran su compromiso social. O que 27 curas y casi 1000 vecinos de una comarca leonesa firmaran en los años 60 un escrito dirigido al obispo en el que amenazaban con una huelga (los sacerdotes también) si no se levantaba el castigo encubierto que monseñor Almarcha le había impuesto a un párroco. O que el cura del barrio de La Inmaculada en León se la jugara un día sí y otro también por defender a sus vecinos, de un barrio que durante mucho tiempo se llamó con desprecio Corea...

Todo ello, y muchas cosas más, pasaron en aquel León tan conservador del franquismo, aquel León que tenía un obispo (Luis Almarcha) que podía ser muy culto, que lo era, pero era asimismo uno de los personajes mejor considerados por Franco, quien le otorgó los cargos de procurador en Cortes, miembro del Consejo del Reino, Asesor Nacional Eclesiástico de Sindicatos y uno de los redactores de numerosas leyes de la época, al margen de una larga lista de títulos y reconocimientos: Conde de Colle y señor de las Arrimadas y Vegamián... Gran Cruz de la Orden de Cisneros y Gran Cruz de Alfonso X El Sabio. Fue obispo en León hasta el año 1970 y como ‘discípulos’ suyos se tenían que saber mover los personajes que protagonizaron algunos de los acontecimientos apuntados, aquellos que fueron bautizados como ‘curas obreros’ o ‘curas rojos’ pues ya se sabe que en aquellos tiempos el paraguas de ‘rojo’ abarcaba a todos los disidentes.

Extrañaba, a la vista de estos acontecimientos, que en la reciente presentación de un libro titulado ‘Curas obreros’, vinculado a la Hoac, se dijera que no había ningún leonés entre los seleccionados para ser entrevistados “porque en esta provincia no había tenido gran presencia este movimiento”.
Fueron muchos los que no compartieron esta afirmación, algunos con razones de peso, como el profesor Paco Flecha, quien en sus años de estudiante había sido activo protagonista de uno de los movimientos más singulares que tuvo esta provincia, el llamado “Grupo de Zotes”.

La Hoac y CCOO

Tampoco es de esta misma opinión el historiador leonés Pedro Víctor Fernández, gran estudioso del sindicalismo en esta provincia, quien mantenía -cuando publicó su libro ‘El franquismo en León. Sus sindicatos verticales’- la teoría de que “la oposición al franquismo en León estuvo en manos de CCOO y, por curioso que parezca, también del sindicato Hoac, fundamentalmente por miembros de clero bajo, algunos sectores seglares y curas rurales, curas obreros, pero no en la alta jerarquía. Este movimiento tuvo elementos muy significativos en nuestra provincia”. Explicaba Pedro Víctor Fernández que la Hoac (Hermandad Obrera de Acción Católica) tenía más facilidad para introducirse en el tejido social por el ascendiente que los párrocos tenían sobre la población y su constante comunicación con ella. “Al margen de que eran los más activos, los más comprometidos y los más cercanos”.

El obispo Almarcha era enemigo irreconciliable de la Hoac, “por su carácter excesivamente asambleario” y así se lo manifestó a un famoso cura de Gordón, don Eladio, aquel por el que se quiso hacer la que posiblemente sería la primera huelga de curas en España. , El obispo le invitó a “a sumarse a los métodos tradicionales de Acción Católica”, que Eladio Fernández consideraba “demasiado vinculados a la alta sociedad”, algo que él conocía muy bien pues sus conflictos habían tenido su origen en un enfrentamiento con la todopoderosa empresa minera Hullera Vasco Leonesa (entre cuyos propietarios estaba Arias Navarro).

Julio Martínez Redondo

Sí ha tenido, como se ha apuntado, importancia la presencia de sacerdotes en diversos movimientos obreros. Fundamental fue el papel de Julio Martínez Redondo, párroco de Zotes y Villaestrigo, a principios de los años 60 en aquel ‘Grupo de Zotes’ que pusieron en marcha un Colegio Familiar Rural en Santa María del Páramo, financiado por la Comunidad de Regantes, que era el primero de España de este tipo. De él surgieron otros grupos, uno muy importante en Cabreros del Río, que sería el que daría origen a un sindicato mítico en nuestra provincia, la Unión de Campesinos Leoneses (UCL). Matías Llorente, uno de los fundadores, lo reconoce así. “Yo era casi un niño, pero me formé con ellos, me enseñaron a hablar en público, las técnicas asamblearias, todo”.
Y en este grupo surge otro nombre de gran importancia, al que los históricos del sindicato llaman siempre ‘Tiquio’.

Eutiquio Caballero

Este cura, párroco de Cabreros del Río, fue el que pronunció una de las frases que nunca olvidan quienes acudieron a últimos de marzo de 1977 a la Asamblea de la que saldría la UCL. “Llegó Tiquio, quitó el cerrojo de la iglesia y cuando pensamos que podría hacernos algún reproche fue cuando dijo aquello de ‘como parece que la noche va a ser muy larga, podéis fumar”.

En la historia de la UCL hay otros muchos curas con papeles relevantes, gentes que llevaron el sindicalismo agrario a otras tierras, incluida la montaña.

Eladio Fernández

La escasa oposición al franquismo que hubo en León tuvo su bastión más importante en la minería. En ese campo destacó la personalidad de otro sacerdote, también vinculado a la Hoac y párroco de Santa Lucía de Gordón y director del Colegio que allí tenían los Salesianos (pero financiado por la Vasco). La empresa minera no estaba muy de acuerdo con sus métodos, con su mayor cercanía a los mineros que a los patronos, y aprovechando un cambio de titularidad del colegio (a los Maristas) decidieron despedirlo. Almarcha también le cambió de parroquia por carta (a San Cipriano) y así se gestó la que iba a ser primera huelga de curas.

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