Buscando información sobre gastronomía típica de la zona castellano-leonesa, he encontrado un artículo de Aitor Ordax, periodista de El País. En su escrito nos hace un breve resumen de los platos más típicos de la Semana Santa en diversos lugares de Castilla y León.
Os dejo el artículo.
SABOR DE TRADICIÓN
A pesar de ser una época de religiosidad y recogimiento, la Semana Santa también es un momento de reunión familiar. Días en torno a una mesa donde la gastronomía castellana tiene un peso notable, se respete o no la abstinencia de carne que propone la Cuaresma católica. Una gastronomía marcada por los dulces, pero que deja lugar para otras opciones que nada tienen que ver con el ayuno carnal del Viernes Santo.
Por Aitor Ordax
Torrijas
Las torrijas son los postres más tradicionales de la Cuaresma, protagonistas por su sabor, su elaboración sencilla y su bajo coste, ideal para los días de austeridad.
Este plato consiste en una rebanada de pan, de varios días, mojada en vino blanco o dulce y rebozada en huevo. Después se fríe y se empapa en un almíbar a base de agua y miel y puede aderezarse con canela y clavo.
Pueden degustarse en cualquier lugar de la geografía de Castilla y León.
Aceitada
La aceitada es un dulce típico artesano de Zamora que se confecciona en Semana Santa. Tiene forma circular, compacta y color tostado por el baño al huevo que recibe.
Sus ingredientes son: aceite, harina, azúcar, huevos enteros, yemas, esencia y una copita de anís. Suelen cocerse en hornos de panadería.
Dos y pingada
También típico de Zamora es Dos y pingada, un plato que se sirve de almuerzo en la mañana del Domingo de Resurrección después de la procesión de la Cofradía de la Santísima Resurrección.
Consiste en dos huevos fritos, dos o tres lonchas de jamón serrano pasados por la sartén y pan de Carbajales.
Algunas también incluyen un trocito de morcilla.
Hornazo
El hornazo es una especie de empanada que varía en su composición dependiendo del lugar en que se cocine. Pero la mayoría de los hornazos coinciden en una composición a base de huevo duro.
Además, en todos los lugares de la comunidad, suelen comerse en la misma época, en los días anteriores y posteriores a la Pascua. La explicación tiene que ver con la prohibición, en el pasado, de ingerir huevos en la Cuaresma por ser considerados carne.
Como las gallinas seguían poniendo huevos, era necesario conservarlos cocidos para consumirlos después de la Pascua. Así que el hornazo era una buena forma de conservación.
El hornazo más conocido es el de Salamanca, relleno de diferentes embutidos como el lomo. También puede contener chorizo, jamón o tocino. Lo tradicional es comerlo el Domingo o el Lunes de Pascua.
Fuente: El País
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