29 de abril de 2010

Historia medieval del Páramo Leones (Parte III)

Aquí seguimos con la tercera entrega del documento "El Páramo Leones: entre la antigüedad y la alta Edad Media" de José Avelino Gutierrez González.

Pero como siempre, recordemos el esquema del mismo para situarnos.

1. El medio físico

2. Los tiempos antiguos
   2.1 ¿Un Páramo desolado?
   2.2 ¿Un Páramo desorganizado? Algunas hipótesis sobre los comienzos de la colonización campesina

3. La alta Edad Media
   3.1 Colonización agraria y apropiación feudal del Páramo leonés
      3.1.1 La formación de los dominios monásticos
      3.1.2 Los dominios episcopales
      3.1.3 La autoridad regia y la formación de grandes dominios magnaticios
   3.2 Intensificación agraria y regresión del campesinado independiente

4. Conclusiones

3. La alta Edad Media
3.1. Colonización agraria y apropiación feudal del Páramo leonés

Como decimos, es a partir de la décima centuria cuando se constata documentalmente el avance colonizador y apropiador de estas tierras e instalaciones campesinas del Páramo leonés por parte de los grupos más poderosos de la corte leonesa, al tiempo que se percibe una progresiva intensificación en el número de las explotaciones agrarias Desde comienzos del siglo X y partiendo de norte a sur desde la ciudad de Legio -por entonces convertida en la nueva capital del reino asturleonés, después del gran avance conquistador e integrador de Alfonso III hasta el Duero, y polo de atracción de eclesiásticos, clérigos mozárabes, señores y magnates leoneses y foráneos- van apareciendo, a juzgar por la documentación coetánea, algunos pequeños centros monásticos familiares y "villas" de propiedad magnaticia (condes, obispos, familia regia) que se van haciendo con el dominio de hombres, tierras y bienes raíces ya puestos en explotación previamente por comunidades campesinas, como se deduce de las mismas acciones recogidas en los diplomas.

         3.1.1. La formación de los dominios monásticos

Uno de estos primeros centros de apropiación y colonización agraria es la agrupación monástica de Valdevimbre, que a lo largo de la décima centuria va apropiándose de "villas" campesinas con tierras, prados, viñas, molinos, aguas y acueductos en su entorno, en las riberas de los ríos Bernesga, Torio y Esla. El primer documento conocido de este cenobio data del 915, alusivo precisamente a un pleito entre el abad y monasterio con otros propietarios campesinos de la vega del Bernesga -que tenían allí sus heredades desde antiguo-, sobre las aguas del río que movían ahora los molinos del cenobio. Sucesivos diplomas entre el 918 y 978 recogen donaciones y adquisiciones del monasterio de Valdevimbre en lugares del entorno como Bustillo del Páramo (año 918), Valdesaz de los Oteros (937), Vega de Infanzones (937), Valdevimbre (942 y 963), Ardón (950), los Oteros (952) y Oncina (978). Todos ellos muestran no el surgimiento de las explotaciones agrarias, sino el comienzo y los fundamentos de la posesión feudal de tierras y hombres que ya están allí instalados y han organizado y puesto en explotación esas tierras. Hasta entonces los diplomas -refrendos jurídicos de esas aprehensionessilencian la existencia de las aldeas y comunidades campesinas, que habrían ido surgiendo y colonizando el Páramo en los tiempos recedentes. De suponer un vacío demográfico total hasta entonces carecerían de sentido las alusiones a adquisiciones y pleitos por el control de aguas, molinos, "villas" y tierras ya puestas en cultivo. Uno de los primeros y más expresivos documentos de adquisición de tierras y de la progresiva apropiación y entrada en dependencia (jurídica y tributaria) de los hombres del Páramo lo constituye la confirmación que Ordoño III hacía en el 918 al abad Balderedo y monjes de Santiago de Valdevimbre del lugar de Busto (Bustillo del Páramo) por sus términos antiguos, designados ahora por un mancebo del rey -de onomástica arabizada- que habían "aprehendido" en tiempos de Alfonso III, con sus pertenencias y todos sus hombres, los cuales quedarían bajo su obediencia y tributación. Queda aquí bien patente la "aprehensión" como apropiación y dominación de un lugar no yermo (se conocen sus "términos antiguos", sus lindes con las explotaciones de otros propietarios campesinos, caminos...) con sus tierras y los hombres que allí trabajaban, poniendo de manifiesto la vinculación de los campesinos a la tierra y su dependencia jurídica y tributaria con los nuevos señores, cuyos derechos son reconocidos por el rey.

En las primeras décadas de la centuria se crearía también, en las cercanías de Valdevimbre, y no sin disputas con aquel monasterio, otro centro cenobítico, el de los Santos Justo y Pastor en el valle de Ardón, "in territorio legionense", inicialmente en Cillanueva y posteriormente -en la segunda mitad del siglo- también en "Rozuela", convirtiéndose en un solo monasterio con dos casas o cenobios. Especial interés para conocer el proceso colonizador de estas tierras, así como para percibir la ideología apropiadora de sus actores, presenta el documento según el cual Berulfo, "prolis comitis", habría donado al obispo legionense Frunimio el "monasterium qui est in territorio legionense, locum quod nuncupant Ualle de Ardon, secusflumen Estule, uocabulo Sanctorum Iusti et Pastoris", junto con varias poblaciones o "populaturus quas ego habui de donationibus et mets comparationibus, etpopulaui exparuiis edificiis" enumerando entre ellas, "Bustello" (Bustillo de Cea), "Villa Berulfus", "Uillela de Donnon", villa "de Abiub cum uilla de Senario seu et Uilla de Iuniz", "Uilla de Ualle de Andrinos", "Uilla Uanizati" (Banecidas), "Sancto Stephano de Mazules", más "populatura quod dicitur Quintana, ubi fuit bustum ex meos karnarios, quam ego populaui ex progenie Mazarefis" y "Mata" en el Bernesga, junto con sus hombres y los que allí fueran, que quedarían sometidos a obediencia y tributación. Al margen de la intencionalidad en la falsificación del documento, resulta interesante comprobar cómo se califica de "populaturas" a unas poblaciones que ya tenía y por tanto existían previamente a la "repoblación", trasluciendo claramente la ideología coetánea de "poblar" en un sentido de posesión dominial de la villa y sus pobladores, y no de creación de nuevas poblaciones. Es interesante señalar que tanto el centro monástico de Ardón como el de Valdevimbre se emplazan al abrigo del castro de Ardón, importante centro político y militar que jerarquiza ahora la red poblacional y la ordenación territorial de este espacio intermedio entre Legio y Coyanza, como indican las constantes referencias topográfica y de pertenencia o adscripción territorial de las tierras y lugares del entorno que son adquiridas por los monasterios.

El primer documento original y auténtico -una vez demostrada la falsedad del documento del 915 sobre el que J. Rodríguez basaba su argumentación- que nos informa del monasterio de Ardón y de sus adquisiciones es, así, el del 932 según el cual el monasterio recibía en donación de un presbítero varias heredades, "casas, terras, uineas, ortos, pomaris, siuepratis", en "Matella" y "Morella", "suburbio territorio legionense, discurrente cale a Coanca"(Coyanza, Valencia de don Juan). Según otros diplomas del Archivo catedralicio leonés, entre el 939 y el 1087 el monasterio de Ardón adquiere, por compra o donaciones, otros muchos bienes raíces en el entorno, "iusta Kastrum Ardon ", "in territorium Rastro Ardon ", en "Ualle deMahmute", o "iusta fratres", en Valdevimbre, Oncina, el Páramo67, los Oteros, valle del Esla y algunos otros en el Cea. Finalmente, el monasterio, con sus dos centros de Cillanueva y "Rozuela", fue donado a la mesa capitular catedralicia de León en 1116 por el obispo Diego.

Más al sur, en el bajo Páramo, y en un momento posterior -a finales de la centuria, a juzgar por el registro documental- surgen otros dos pequeños núcleos monásticos participando a su vez en la colonización del territorio contiguo, adscrito -al menos su zona más oriental- a la jurisdicción del castro Coiankdfi. El primero de ellos, el monasterio de Algadefe, se documenta ya a comienzos del siglo XI, conociéndose escasas referencias a sus propiedades, que no debieron ser tan amplias como las de los cenobios anteriores, a juzgar por la escasez documental; incluso en el lugar de Algadefe se encuentran posesiones de otros monasterios como San Pedro de Eslonza.

El monasterio de Negrillos es otro pequeño centro religioso "in territorio astoricense" del que tampoco se conocen demasiados datos, especialmente en lo relativo a su origen y a la adquisición de su patrimonio. Debió surgir en un momento más tardío, como fundación familiar, pues Pedro Martínez y su esposa Jimena -que lo habían edificado en su heredad- lo donan ya en 1077 al obispo e iglesia de Astorga. Alfonso VI y su mujer Constanza lo confirman en 1085 a la sede episcopal de Astorga junto a otras iglesias y heredades en Galicia, Bierzo y territorio astorgano. En las proximidades de Negrillos se añaden también a la iglesia astorgana San Martín de Torres, Valcabado - en el Órbigo-, San Salvador de La Bañeza y San Salvador de Zotes, entre otros.

En sus proximidades se encontraban algunas pequeñas aldeas (Vid. Fig. 2) como Negrillos y Laguna -ya unidas desde el siglo XII como Laguna de Negrillos-, Zuares, Villamañán, Cazanuecos, La Antigua, Villamor de Laguna, Audanzas, Grajal, etc. La primera mención documental de Laguna aparece en el año 905, aunque su contenido deba referirse a una época posterior; según el diploma por el que Alfonso III habría hecho unas extensas donaciones a la iglesia de Oviedo en Asturias y León, entre ellas iglesias y tierras en la Valdoncina (páramos inmediatos al suroeste de la capital leonesa) y en "territorio Coianka uillam quam dicunt Sancti Emiliani que ab antiquis uocebatur Sanctos Medianos ex integro, per suos términos et locos antiquos, per términos Sancti Uicentii et Uilla Mannam et per Zuares etperLagunam et ex alia parte per flumen Estula cum sexigas molinarias, siue et piscarlas, prata, pascua, exitus, fontes...". Sin poder descartarse completamente una base preexistente sobre la que se manipularía el documento, en cualquier caso se confirma la existencia de Laguna y las cercanas villas de Zuares, Villamañán, San Vicente y San Millán en momentos anteriores al siglo XII; seguramente en un momento avanzado del siglo X, o ya en el XI, a juzgar por el mencionado proceso colonizador del Páramo.


Desde entonces iría configurándose la nueva estructura poblacional y agraria de este bajo Páramo, apareciendo en la documentación los derechos sobre las tierras del bajo Páramo repartidos entre diversos señores entre los que se encuentra la familia regia y algunos monasterios.

También en un momento avanzado se conocen otras dos pequeñas fundaciones monásticas familiares -en este caso vinculadas ya a poderosos magnates leoneses- en la vega del Esla, entre cuyas propiedades aparecen algunos lugares del Páramo. Se trata del monasterio de San Salvador de Bariones y el monasterio de San Antolín de la Vega del Esla. Este último fue fundado y dotado en 1038 por la condesa Sancha Muñiz -hija del magnate Munio Fernández- en la villa de San Lorenzo, donde previamente había construido ya una iglesia. Bajo la regla de San Benito y la autoridad de un abad designado por la condesa, ésta dotaba a la congregación para su sustento con un conjunto de villas, con sus animales y hombres (siervos y siervas moros), además de enseres y objetos de culto. Entre estas villas, también de su herencia, se encuentran San Lorenzo, Gigosos y Villavidel en el Esla, y Valdevimbre en el Páramo, a las que se añadían en 1040 las de Cimanes, Bariones y Santa Colomba (en el Esla), Maulla de Arzón en el bajo Páramo y otras, legadas por su sobrino Ñuño Petriz. La condesa entregaría ese mismo año el monasterio de San Antolín, junto con el de San Salvador de Bariones y la villa de Cimanes con sus hombres dependientes, a la sede catedralicia de León, aunque la congregación seguiría organizando sus explotaciones y rentas hasta comienzos del siglo XII en que -como ocurriría con las de Ardón, Valdevimbre y otras- acabaría integrada en el patrimonio del cabildo.

Como vemos, además de las fundaciones monásticas inmersas en el propio entorno rural, otros centros monásticos, ubicados en la capital del reino, se hacen también -desde comienzos del siglo X- con un amplio conjunto de explotaciones campesinas en la Valdoncina (valles de Oncina y Antimio), en las inmediaciones al sur de la ciudad de León y en el Páramo, a menudo incluyendo la jurisdicción sobre los hombres. Destaca entre ellos por el número de adquisiciones el monasterio de Santiago de León, que las obtiene fundamentalmente por donaciones de señores y grandes propietarios; así, en el 917 el abad y propietario fundador del monasterio de San Cipriano del Porma,Yquilani, donaba a la congregación del monasterio de Santiago, recién creado por entonces, entre otros bienes, una "corte" en Oncina, con casas, tierras, viñas, prados, huertos y lagar, además de tres "villas" en Bercianos del Páramo, con sus hombres y los que allí fueran, que quedarían sometidos a su obediencia, patrocinio e impuestos. Nuevamente se expresa aquí la vinculación de los campesinos a la tierra, su servidumbre y su dependencia jurídica y tributaria a los señores, que se transmiten sus derechos.

También en el año 970 un matrimonio de grandes propietarios leoneses, Fernando y María hacía piadosa donación al obispo de León y a la abadesa Senduara y monasterio de Santiago de su heredad en Ribaseca, con su casa y pertenencias. La congregación recibía de la confesa Cixilo, como remedio a sus pecados, otra "villa" en Villacedré en el 981. En el 992 el abad Miguel dona al monasterio y a su abadesa Senduara su villa (una corte con casas y demás instalaciones agrarias) en San Juan, en el valle de Antimio, y otra viña en San Pelayo, en el mismo valle. También en el 993 Ferriolo y su mujer Gaudiosa venden libremente por treinta y dos sueldos al monasterio y a su abadesa una viña en Antimio. En el 1002 la abadesa Senduara donaba al monasterio su villa en Villacedré, con su lagar: "cubas V, torcular I", dos molinos en el Bernesga y una viña "in ualle de Antimio sub aula Sancti Petri", que había comprado a Ferriolo, y otra en Magaces, que había comprado a Uellite. Nuevamente entre 1014 y 1017 recibían o compraban heredades en Antimio, Oncina y Valdevimbre.

En las primeras décadas del siglo XI recibieron un importante patrimonio en el sur del Páramo de uno de los principales magnates del reino leonés: en el 1012 el conde Muño Rodríguez y su mujer Razel donaban al abad Teodomiro y al monasterio de Santiago y san Miguel Arcángel la villa de San Esteban, en territorio astoricense (que había obtenido por la sanción que por homicidio había cometido Ecta Seruodeiz) con diversas heredades, casa, lagar, tierras, huertos, viñas, montes, fuentes, pastos, molinos y acueductos en San Esteban, Cabañeros y La Antigua con sus hombres.

Con el patrimonio de otro extenso dominio aumentaba el monasterio sus bienes en el Páramo en 1023; se trata de la donación de las extensas propiedades de la abadesa Flora en Mozóndiga, Villar de Mazarife, Santa Cristina del Páramo y otros lugares, que habían pertenecido a su familia. El monasterio seguiría aumentando sus propiedades en el Páramo, con las donaciones en Villar de Mazarife que hacía Koresci en 1028; pero desde entonces las dificultades para incrementar su patrimonio se hacen evidentes, debiendo incluso vender tres viñas en Ribaseca, o adquirir "cortes" en Antimio y Oncina a cambio de otras en Bercianos.

Finalmente el monasterio con sus propiedades pasarían a formar parte de la catedral legionense en 1116.

Otros centros monásticos leoneses, cuyo patrimonio se fue formando en otras zonas, adquirían también -por procedimientos similares a los anteriores diversas explotaciones agrarias en el Páramo entre el siglo X y primeras décadas del siglo XI.

Es el caso del abad y monasterio de san Miguel Arcángel de la vega de León, anexo al monasterio de San Claudio, que recibía de un gran propietario leonés, Monio Rodríguez, al ser dotado en el 1029, parte de sus villas de Cazanuecos y Roperuelos, en el valle de La Antigua, con sus tierras, pastos, montes, aguas, construcciones y demás instrumentos domésticos y agrícolas.

Otro monasterio de la ciudad leonesa, el de San Vicente, adquiere en 1017 las heredades que Zuleyman Legioniz y su mujer Argilo habían comprado en Conforcos, en el valle de Ardón, en Cabreros, en el Esla, y la mitad de Villarrín, "uilla in Paramo uocitata Regini". También este monasterio, con su villa de Conforcos, sería donado a la iglesia de León en 1036 por su abadesa Salomona.

Igualmente, el monasterio de los santos Cosme y Damián de Abellar, cuyo patrimonio se concentra en otras zonas (entorno del monasterio, Tierra de Campos), adquiría en el 972 la heredad del presbítero Gence en Villar de Mazarife.

También el monasterio de Sahagún recibía en el año 996 de doña Palla su villa en Bercianos. En el 997 obtenía de la condesajusta, entre diversas posesiones, la de Mata romaneo, en el Bernesga, entre Torneros y Onzonilla. En 1006 Ablavel Godestéiz donaba al monasterio su villa en Oncina, nuevamente objeto de atención por los centros religiosos, aunque en este caso el de Sahagún se desprende de ella porque "queda lejos y rinde poco".

Finalmente, señalaremos la extensa dotación del monasterio de San Juan Bautista de León que realizan el conde Munio Fernández y su mujer Elvira en 1011, entre la que se incluyen villas en Oncina, Antimio, San Cebrián de Ardón y Bustillo.

         3.1.2. Los dominios episcopales

Junto a estos agentes colonizadores monásticos, van también haciéndose con el dominio sobre gran número de hombres, villas y tierras del Páramo los grandes poderes magnaticios de la corte, como los obispos, reyes y condes. El obispo legionense es uno de los principales detentadores de bienes en el territorio leonés -junto al obispado astorgano, que ya hemos visto cómo recibía los derechos de varias iglesias paramesas- de mayores dimensiones y más rápida y poderosa adquisición y formación de dominios, en los que no sólo entran a formar parte bienes raíces y muebles sino también campesinos, que contraen obligaciones jurídicas y fiscales con los nuevos señores. En el año 917 -si es que no se trata de un documento manipulado, a juzgar por algunos detalles y fórmulas comunes a diplomas posteriores- el obispo Frunimio concedía a la iglesia de León "cortes", huertas, tierras y villas en León y sus proximidades, además de Bercianos del Páramo, con sus espacios agrarios y con todos los hombres que allí residieran, que quedarían sometidos y obligados a realizar pagos en productos agrarios y metálicos; además de Bercianos del Páramo concede también otras villas , junto con "duospueros qui custodiebant uakas C et oues C", "in Paramo tras Extola ", es decir en la margen izquierda del río Esla, significativa percepción del espacio aún poco articulado y "ordenado". Hasta entonces, todo este territorio al sur de la ciudad de León, entre ésta y Coyanza (Valencia de don Juan), es también -y principalmente- denominado "suburbio territorio legionense, discurrente cale a Coanca". Por ahora, cuando hemos visto reorganizarse los territorios en las circunscripciones de Coyanza, Ardón, Astorga, parece haberse ido discriminando el concepto territorial del "Páramo", restringiéndose al espacio que aquí tratamos, interfluvio Esla-Órbigo: "...in Paramo... in locopredicto ubi dicentBustello", recibía una villa con sus hombres, adyacencias y prestaciones, el obispo Froilán de manos de la reina Elvira y su hijo Alfonso V.

A ésta y otras adquisiciones en el Páramo deben sumarse las de los monasterios de Ardón, Valdevimbre, Santiago de León, Abellar, San Antolín de la vega del Esla o San Salvador de Bariones, que hemos visto pasar a integrar la mesa capitular a comienzos del siglo XII, época desde la cual la sede leonesa incrementa notablemente su patrimonio, convirtiéndose en el mayor dominio feudal del territorio leonés.

         3.1.3. La autoridad regia y la formación de grandes dominios magnaticios

Los propios reyes leoneses, la familia real y algunos magnates próximos a la corte participan, no sólo refrendando las actas de aprehensión sino también encabezando y protagonizando este proceso de apropiación de bienes en el Páramo por esta época. En ocasiones los reyes actúan sancionando las aprehensiones en virtud de la autoridad jurídica emanada del ejercicio de su poder. Así, ya hemos visto cómo era Ordoño II quien donaba y confirmaba en el 918 al abad y monasterio de Valdevimbre Bustillo del Páramo, según lo habían aprehendido en tiempos de Alfonso III, con los límites que habían sido señalados por orden del rey y con los hombres que allí vivieran, que quedarían sometidos a su autoridad, obediencia y tributación. Otras veces los monarcas adquieren bienes embargados por sanciones penales o confiscados por rebeliones de magnates redistribuyéndolos entre otros señores. Entre los abundantes ejemplos puede también señalarse la donación de Ordoño III y Urraca en el 956 al presbítero Berulfo y monjas del monasterio de Ardón de varias "villas" que habían pertenecido antes a otros grandes propietarios111. En el año 1000 -según el ya mencionado diploma del archivo catedralicio leonés- la reina Elvira y su hijo Alfonso (V) donaban al obispo legionense una heredad o "villa" en el lugar de Bustillo del Páramo, que habría sido de Bermudo Uzzariz "iuri quieto". Frecuentemente puede advertirse el interés de la monarquía por crear grandes dominios dirigidos por miembros de la familia real o por magnates próximos a la corte.

Uno de esos grandes dominios formaría así el conde Munio Fernández en el valle del Esla, integrando una gran porción del Páramo bajo; en el año 989 Bermudo II le concedía su villa "iuri nostro deuitam " de Toral (hoy Toral de los Guzmanes) en "territorio Couianca in regionem Cantabrie, secusfluuio Estola", con sus términos y población con sus prestaciones y obligaciones. Unos años después, en el 992, participaría en la rebelión de Gonzalo Vermúdez, lo que le supondría algunas confiscaciones, aunque al poco tiempo se reconciliaría y se sometería al monarca. Su apoyo y obediencia le permitiría ir aumentando su patrimonio, tanto por donaciones regias como por el ejercicio de la justicia por delegación del rey, apropiándose de un buen número de bienes y hombres -que caen en servidumbre- merced a la reglamentación judicial feudal. Con el aumento de riqueza podría también ir adquiriendo a otros magnates y a campesinos nuevas propiedades en el valle de Ardón, vega del Esla, Valdoncina y Páramo, en ocasiones lindantes con tierras ya suyas, a fin de ampliar y concentrar su dominio. Algunas de las explotaciones agrarias conseguidas por los medios anteriores serían después utilizadas para la fundación y dotación de monasterios, habitual forma de patronazgo para procurarse la vinculación y servicios de aquellos así como medio de redistribución y reparto de riqueza entre las clases feudales. El conde y su mujer fundaban así en 1011 el monasterio de San Juan Bautista de León, para el cual habían comprado Lin amplísimo solar en la ciudad, y lo dotaban con propiedades suyas ("cortes" y "villas") en Uilla Maiore en el valle de Oncina, Antimio, San Cebrián de Ardón y otras "senras" en Bustillo del Páramo.

La división de la herencia entre sus hijos, en el 1016, da igualmente idea de la gran extensión de este dominio en torno al valle del Esla: a doña Sancha (a quien veremos después adquirir otras posesiones en Benazolve y Farballes) correspondían varias heredades en la vega del Esla (San Lorenzo, hoy despoblado en Cabreros del Río, donde fundaría poco después el monasterio de San Antolín), Oteros (Gigosos) y Valdevimbre; Pedro Muñiz se quedaba con Cimanes, Bariones, Santa Colomba y Matilla, en el Esla; a Juan Muñiz le tocaban Toral y otros lugares de la zona (San Pelayo, Orta y Asturianos, despoblados); doña Teresa, representante de Teresa que había tomado hábitos, tomaba La Nora, Baccanes (Bécares), Urdíales y una villa en Santa María. Sus descendientes continuarían ampliando sus posesiones: en el 1030 Regina permuta a la condesa Sancha una viña en Benazolve. El mismo año Pelagio Corexiz y su mujer Oria venden a la misma condesa, por una vaca valorada en catorce sueldos, una viña que poseen en Farballes (hoy despoblado próximo a Valdevimbre).

Su descendiente, el conde Pelayo Muñiz, heredaría también las funciones judiciales, apropiándose de nuevas explotaciones de familias campesinas, que quedarían en una precaria situación económica y jurídica, mediante la aplicación de sentencias judiciales.

Otro importante dominio señorial gestado en el bajo Páramo por las mismas fechas y también a instancias de los monarcas es el del conde Fernando Núñez; su fidelidad a Bermudo II durante la rebelión protagonizada por el conde de Saldaña, García Gómez, en el 990, fue premiada con la donación de la villa de Oncina, confiscada a Conancio por su reiterado apoyo al rebelde. También expresiva del interés regio por fomentar este tipo de dominios señoriales es la extensa donación que en el 994 le hace el rey, a cambio de un caballo valorado en CCC solidos, de los lugares de Cazanuecos, La Antigua, Villamor de Laguna, Villaestrigo, Audanzas y Grajal, con sus amplios términos. Posteriormente Alfonso V confirmaría a su sobrino Munio Rodríguez este gran dominio, que finalmente el magnate leonés donaría parcialmente al monasterio de San Miguel Arcángel. Previamente, en el 1012, Munio Rodríguez y su mujer Razel habían donado al abad y monasterio de Santiago y San Miguel Arcángel de León la villa de San Esteban, en territorio astoricense, con sus hombres, pertenencias, y tierras por sus términos hasta Villamor y Grajal, de la cual se había desprendido anteriormente su propietario en pago de sentencia de homicidio, además de partes de su herencia en Sancti Mametis, Zakardines, Cabañeros y La Antigua.

También encontramos un extenso dominio señorial más al norte de los anteriores, en torno a Villar de Mazarife, por las mismas fechas: postrimerías de la décima centuria y primeras décadas de la siguiente, que también finalmente pasaría a engrosar el monasterio de Santiago de León cuando su heredera Flora ingresa en él; su abuelo Arias y su padre Baldredo habían fundado el monasterio de Santa Cristina en la ciudad de León, en el cual había profesado con sus tías y hermanas y que había sido destruido durante las campañas de Almanzor, llevándolas a ellas cautivas; cuando regresaron, la casa se encontraba arruinada, por lo que fueron a una propiedad suya en Villar de Mazarife donde construyeron otro cenobio; cuando murieron sus hermanas mayores y Flora quedó sola, ingresó en el monasterio de Santiago, cediendo sus bienes a la congregación; la mayoría de ellos se encontraban en el Páramo: en Mozóndiga, Santa Cristina, Villar de Mazarife y otros lugares hoy despoblados. Posteriormente, ya como abadesa del monasterio legionense, continuaría incrementando su patrimonio y el de la congregación en el Páramo.

3.2. Intensificación agraria y regresión del campesinado independiente

Paralelamente al avance colonizador feudal se había ido intensificando la ocupación y organización agraria del Páramo por un buen número de hombres y mujeres que no forman parte de grupos poderosos, quizás como continuación de un proceso iniciado en los tiempos precedentes al siglo X, anteriores a la dominación feudal, como exponíamos al principio; parece tratarse de familias campesinas de diversa condición y riqueza, con plena capacidad jurídica de actuar, poseer, comprar, vender y organizarse en concejos aldeanos, al margen de la presión feudal, al menos en los momentos iniciales del proceso colonizador, y que -como hemos visto- van siendo paulatinamente absorbidos (por presuras, compra de tierras, incautaciones) por dominios eclesiásticos y laicos, y entrando en dependencia y servidumbre de éstos.

En la primera mitad de siglo las transacciones entre estos pequeños propietarios se localizan mayoritariamente en el sector más septentrional del Páramo (Valdoncina, Antimio, Fontecha) para ir progresivamente extendiendo hacia el sur (valles de Ardón, Valdevimbre y bajo Páramo). Así, en el 926 Lupo y su hijo Godesteo venden a Yaha Yucef, siervo de Lázaro Tello, su "villa" "in ualle de Fontecta" delimitada por los términos de otros campesinos: Abandonus, Cimas, Uenze y el propio siervo; la venden con viñas, casas, cebada y otras posesiones por veinticinco sueldos y una cuba. Al año siguiente Flavino y su mujerAhabuva vendían por ciento cincuenta sueldos -cantidad ciertamente elevada, que permite suponer su alta situación económica— a Ermorigo y su mujer María tres cuartas partes de una viña en el valle de Oncina, "in uilla de Zeite", situada entre "karrale qui discurret ad Ardone, (...) monte de Flauino (...) ", parte de cuyos terrenos recién aprehendidos se encontraba aún sin poner en cultivo. En el 940 Mohnoya y doña Ego adquieren a León, su mujer Guntenibia, Mahmute y su mujer Iusta, unas tierras en el Torio y otras porciones de tierras, molinos, huertos y viñas en Fontecha. Siseguto y su mujer Zuheila, junto con Abdella en su nombre y en el de su hermana Cita, vendían en el 943 al diácono Abhabze y a Fecha una viña y otras tierras en el valle de Antimio por un caballo valorado en seis sueldos y un lienzo. Lube, Dasias, Zuleiman, Ornar y Jeremías vendían a Abaiube y su mujer Áurea en el 951 una tierra propia "in territorio legionense (...) in ualle quod dicitur Ripassica, in Autario mediano (...)". En el 953 Ermildi donaba a Vermudo Núñez y a su mujer Velasquita una viña y un majuelo en Oncina. Martino y Felice con sus hijos vendían a Arias y sus hijos en el 964 SLI "deuesa" en Méizara, en el valle de Fontecha. También ese año vendían Abamor y su mujer a Valdrede y la suya una heredad en Villar de Mazarife con todos los edificios, tierras, huertos, viñas, monte, aguas y zonas sin cultivar, por cuarenta y seis sueldos de plata. En el 965 "in concilio Sancti Stefani" (San Esteban de Villacalbiel, al norte de Laguna) Foracasas, Salvador y Ramón, venden libremente la tierra que tienen en Fontecha. Ya en el 1002 Sarracino Sílez y su mujer venden al conde Fáfila Fernández y a su mujer Adosinda una villa en Antimio y una heredad en el valle de Ardón, y Egila vendía a Miguel y Eilo una viña en Antimio por una vaca; en Bercianos del Páramo donaban, a consecuencia de un pleito, Cidi y su madre Goda a Momadonna una corte con sus pertenencias en el 1021, etc.

Precisamente entre estos personajes que adquieren bienes, trabajan las tierras y efectúan "pobladuras" aparecen algunos con nombres mozárabes o arabizados; algunos de ellos proporcionaron su onomástica a un buen número de lugares del Páramo, donde abundan junto a otros expresivos de diferentes procedencias. En menor número encontramos también algunos judíos adquiriendo tierras en Antimio.

A pesar de la frecuencia con que aparecen mencionadas estas transacciones entre familias campesinas, su volumen cualitativo, en cuanto a extensión de tierras, resulta evidentemente inferior y en regresión (debido a las profiliaciones, ventas en precario, pérdidas por pleitos con los monasterios, por sanciones penales, etc.) ante tantas otras propiedades y acciones apropiadoras magnaticias; una gran parte de las transacciones documentadas son precisamente donaciones o ventas en precario a monasterios, magnates de la corte y grandes propietarios. Además, el hecho de que todos estos intercambios entre familias campesinas se encuentren en los archivos catedralicios legionensesse debe sin duda a que se trate de bienes que posteriormente debieron pasar (junto con las donaciones de tierras adquiridas o capturadas por algunos nobles a otros campesinos) a manos de los centros monásticos de donde proceden los fondos documentales, lo que haría aumentar progresivamente el número de campesinos dependientes de dichos monasterios, y finalmente del obispado leonés, que se convertiría así desde el siglo XII en el principal detentador de hombres, tierras y medios de producción en el Páramo y en el territorio leonés.


NOTA: Recordad que este documento no es mio. Es propiedad intelectual de José Avelino Gutierrez González. Podéis descargar el artículo completo desde este enlace.

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